lunes, 8 de diciembre de 2008

Con la comida no se juega



Me habían hablado bien de un sitio para comer en Murcia. Así que ayer domingo, con un grupo de amigos, fui a probar el lugar. Menú cerrado, los platos los traían a la mesa sin pedir nada ni ver la carta. Todo muy bueno, pero quizá, algo escaso para este grupo comilón de seis personas.

Pedimos dos paellas diferentes para hacer degustación de arroces, pero vimos que se nos quedaba corta la comida. Intentamos que nos hicieran otra paella más, pero estábamos a la cola del resto de mesas y tardarían en poder darnos más comida. Se molestaron porque para ellos la política de empresa es que el cliente se vaya sin hambre. Por tanto pedimos carne a la brasa que ésta, sí la podían hacer. Las camareras estaban asustadas de ver cómo comíamos. Uno de los cocineros llegó a salir disimuladamente para ver el estado de las dos paellas.
Con el postre pasó otro tanto, vamos, que faltó, porque era para compartir y con esto siempre se sale perdiendo. Una vez que pagamos y nos fuimos nos dio la impresión de que no quieren volver a vernos por allí, una de las chicas dijo a la otra: a éstos, pídeles el DNI. Restaurante Romea en Murcia. El caso es que nos gustó…

5 comentarios:

Xavier dijo...

Eso que os pasó es pecado mortal y se llama GULA! Yo prefiero pecar de lujuria.

LEC dijo...

Si no les gusta, Marisol, que cambien de sistema o se dediquen a otra cosa, porque uno come cuanto le apetece.
Un abrazo

Raúl, ||Alicante|| dijo...

La verdad es que la costumbre de poner poca comida en los platos está demasiado arraigada, al igual que los excesivos adornos y "pijadas" que se añaden.

Ver esa paella me ha recordado que no he cenado y me han dado ganas de volver a comer un arroz negro.

Locutus dijo...

Una cosilla.... asi... por incordiar una miaja.... ¿Vais a Murcia a un sitio recomendado y comeis paella?

curioso curioso. ;-)

Marisol dijo...

La recomendación era la paella. Por cierto, riquísima. Le daba mil patadas a las del Dársena en Alicante o el Pernil en Elche que son arrocerías. A veces, donde menos lo esperas es donde mejor salen las cosas.