lunes, 17 de agosto de 2009

Reparto

Vía mail me llega este artículo que reproduzco a continación. Alfonso Ussía es el autor. Lo de menos es el asunto que trata, ya que, aunque el artículo sigue siendo un tema muy sensible para muchos ciudadanos, mi interés viene por el fondo del mismo. El reparto de dinero estatal a ONG's, asociaciones, grupos de presión o sin ella, equipos de toda clase de deportes, etc, se hace porque sí, y porque para eso está el dinero público.
En el artículo de Ussía quizá el lenguaje es soez y resulta algo chirriante, pero no por eso he dejado de leerlo.
¿Y los de Gabón?

"Siento un gran respeto por los homosexuales de Zimbabue. Uno de los motivos de mayor preocupación entre los españoles, más que el paro, el terrorismo, la crisis económica, el embarazo de la nuera de la baronesa Thyssen y la libertad de elección en la educación de los niños, es sin duda la situación por la que atraviesan los maricas en Zimbabue. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores, cristal y espejo de las angustias de nuestra sociedad, ha reaccionado de forma admirable, concediendo a los homosexuales de aquel atribulado país la ayuda más cuantiosa de cuantas reparte tanto por España como por el extranjero. A la Fundación Miguel Ángel Blanco, cuyo único objetivo es la defensa de los derechos humanos, la libertad y la convivencia pacífica de ideas y proyectos, Moratinos le ha donado veinte mil euros. Casi nueve mil más, en concreto, veintiocho mil ochocientos diez euros, a la asociación «Gays and Lesbians of Zimbabwe», gesto que nos ha tranquilizado a todos los españoles. Pero no sería sincero si esa generosidad para con los truchones y tortis de Zimbabue pudiera interpretarse como un agravio comparativo –yo así lo interpreto, muy respetuosamente– con los homosexuales de Gabón, o de Sierra Leona, o de Swazilandia. Con lo que roba el actual presidente de Zimbabue, bien podría dedicar una mínima parte de lo que hurta a su pueblo para agasajar con treinta mil euros a sus perdedores de aceite, y dejar libres las manos a Moratinos para que ese dinero se posara en los maricas de Gabón, que no tienen quién les escriba. Porque la asociación «Gays and Lesbians of Gabon» no es menos que la «Gays and Lesbians of Zimbabwe», y ahí, permítanme el mal pensamiento, creo que ha intervenido Zerolo, que conoce mejor los tornatrás de Zimbabue que de Gabón, cuando en Gabón hay los mismos maricas de toda la vida que en Zimbabue, Noruega, Alaska o España, cada especie, eso sí, ajustada a sus costumbres, climas y folclores, porque un maricón de Alaska y otro de Zimbabue no se parecen en nada, ni en el rececho ni en la culminación. Puestos a repartir dinero, y con mis renovados respetos por los maricas de Zimbabue, el señor Moratinos podía haber pensado que más merecen esos miles de euros los de Moratalaz, San Feliú de Guixols, Rentería o Mazarrón, sin olvidar a los que veranean en Benidorm, que son más que los de Zimbabue y no les vienen mal las ayuditas. Porque de subvencionar a los de Zimbabue, habría que hacerlo con todos, homosexuales y heterosexuales, que viven bajo la bota tirana de un cabrón con pintas que no se detiene a pensar si al zimbabués que asesina le gusta Motongo o Motonga, porque los mata de la misma manera, es decir, con entusiasmo. Si España, la de los brotes verdes que no aparecen por ninguna parte, se dedica a financiar los brotes rosas de naciones como Zimbabue, apaga y vámonos. Vámonos todos a Zimbabue, digo, que algo podremos recuperar de lo que pagamos para que nuestros gobernantes hagan el gilipollas con nuestro dinero.Y de aceptar que lo hagan, que al menos nos consulten. Mi preferencia se inclina por Gabón, que está lleno de homosexuales tan dignos como los de Zimbabue, y con más sentido del humor y de la gratitud. Y a la Fundación Miguel Ángel Blanco que la zurzan. Al fin y al cabo, era un concejal del Partido Popular".

martes, 11 de agosto de 2009

De ruta


Viajar es un placer. Aunque sea a la vuelta de la esquina. Aunque sea un destino repetido. Da igual, la cuestión es salir de casa. Así, me encontré vuelos de Ryanair por 5 euros, y las horas y fechas se ajustaban a mí, o yo a ellas, y compré destino Madrid.

La capital ofrece tal riqueza cultural que no hace falta preparar nada para ir. Al pasear por sus calles, anuncio en un bus sobre una exposición de Annie Leibovitz, "Vida de una fotógrafa". Si conocemos detalles de otras gentes a través de sus biografías, en este caso, la autobiografía de esta mujer viene en forma de fotos. Su vida sin palabras, sólo con imágenes. Algunas fotos me emocionaron.

Pero empecemos por el principio. Al llegar al hotel y encender el televisor, Telemadrid anunciaba que en un centro comercial de la ciudad, durante tres días, exponían para poder ver y tocar unas figuras de hielo que cambiaban a diario, arte efímero, ya que su duración era de aproximadamente ocho horas. Allí que fuimos a verlos. Nuevamente la originalidad encontrada por casualidad.


La exposición temporal de Sorolla era lo único programado del viaje. La pega es que el Prado siempre está lleno, aunque lleves cita hay aglomeración de gente, por lo que admirar las pinturas fue una pelea continua. Pero ver de cerca "Paseo a la orilla del mar" merece empujones y apretones para hacerse un hueco en primera fila. Al tiempo, y dentro de la exposición temporal, un apartado: España vista por Sorolla. Y allí estaba Elche, representada con sus palmeras, con la pintura "Elche, el palmeral". Para una ilicitana es gratificante ver cómo la gente se paraba a observar y admirar dicho cuadro. Un placer auténtico.

El sábado visita a El Escorial. Nunca había ido y el viaje en tren ya tuvo su encanto, pero llegar allí fue aún mejor. El paisaje cambió radicalmente cuando salimos de la ciudad, pasó a ser verde camino de la sierra huyendo de la polución. Lo sorprendente fue ver ciervos durante todo el trayecto, así como la flora distinta a la de la zona mediterránea. Una vez allí, el monasterio, impresionante. Los que hayáis podido visitarlo sabéis de qué hablo.



Y entre tanta visita también hubo tiempo para la gastronomía. Casa Alberto (uno de los más antiguos de Madrid), junto al Rincón de Goya, dos de mis lugares favoritos. Hay más, pero es agosto y claro, todos tienen derecho a las vacaciones. El próximo destino, en octubre, a Zaragoza. Esta vez el vuelo sólo ha costado un euro la ida y otro la vuelta. Allí nos espera el Teatro Romano, El Tubo y lo que se presente.