martes, 11 de agosto de 2009

De ruta


Viajar es un placer. Aunque sea a la vuelta de la esquina. Aunque sea un destino repetido. Da igual, la cuestión es salir de casa. Así, me encontré vuelos de Ryanair por 5 euros, y las horas y fechas se ajustaban a mí, o yo a ellas, y compré destino Madrid.

La capital ofrece tal riqueza cultural que no hace falta preparar nada para ir. Al pasear por sus calles, anuncio en un bus sobre una exposición de Annie Leibovitz, "Vida de una fotógrafa". Si conocemos detalles de otras gentes a través de sus biografías, en este caso, la autobiografía de esta mujer viene en forma de fotos. Su vida sin palabras, sólo con imágenes. Algunas fotos me emocionaron.

Pero empecemos por el principio. Al llegar al hotel y encender el televisor, Telemadrid anunciaba que en un centro comercial de la ciudad, durante tres días, exponían para poder ver y tocar unas figuras de hielo que cambiaban a diario, arte efímero, ya que su duración era de aproximadamente ocho horas. Allí que fuimos a verlos. Nuevamente la originalidad encontrada por casualidad.


La exposición temporal de Sorolla era lo único programado del viaje. La pega es que el Prado siempre está lleno, aunque lleves cita hay aglomeración de gente, por lo que admirar las pinturas fue una pelea continua. Pero ver de cerca "Paseo a la orilla del mar" merece empujones y apretones para hacerse un hueco en primera fila. Al tiempo, y dentro de la exposición temporal, un apartado: España vista por Sorolla. Y allí estaba Elche, representada con sus palmeras, con la pintura "Elche, el palmeral". Para una ilicitana es gratificante ver cómo la gente se paraba a observar y admirar dicho cuadro. Un placer auténtico.

El sábado visita a El Escorial. Nunca había ido y el viaje en tren ya tuvo su encanto, pero llegar allí fue aún mejor. El paisaje cambió radicalmente cuando salimos de la ciudad, pasó a ser verde camino de la sierra huyendo de la polución. Lo sorprendente fue ver ciervos durante todo el trayecto, así como la flora distinta a la de la zona mediterránea. Una vez allí, el monasterio, impresionante. Los que hayáis podido visitarlo sabéis de qué hablo.



Y entre tanta visita también hubo tiempo para la gastronomía. Casa Alberto (uno de los más antiguos de Madrid), junto al Rincón de Goya, dos de mis lugares favoritos. Hay más, pero es agosto y claro, todos tienen derecho a las vacaciones. El próximo destino, en octubre, a Zaragoza. Esta vez el vuelo sólo ha costado un euro la ida y otro la vuelta. Allí nos espera el Teatro Romano, El Tubo y lo que se presente.





5 comentarios:

Carolina Pascual [Atocha] dijo...

Comparto tu opinión: todo un placer caminar junto a «Paseo a la orilla del mar». El cuadro del picudo rojo ya me llama menos la atención xD

Marisol dijo...

Ja ja ja, admito que me parto con tu comentario. Sólo me sorprende que no comentes nada más ahora que estás culturizada...por cierto ¿para cuándo otro Madrid juntas? Ah!!!!! el cuadro del picudo como tú lo llamas...tiene sorpresa.

Carolina Pascual [Atocha] dijo...

¿Sorpresa? No se verán felpudos por ahí... ¿Un Madrid juntas? Tu propones y una servidora dispone xD

Xavier dijo...

creo que has sido mas util que lonely planet. En tres semanas estare por alli para comprobar todo lo que dices... pero antes, comemos en ca el magdaleno jaja

miquelet dijo...

¡ Qué gran invento eso de Ryanair ! Ya no hace falta ser rico para fardar de viajes.

Un abrazo.