domingo, 8 de febrero de 2009

Una lección de clase en el escenario

Foto: M. Abellán

Una persona cercana a mí me dice en algunas ocasiones que en la vida hay que vivir ciertas cosas a la edad que corresponde, quemar las etapas cuando todavía hace ilusión y en el momento justo.

Pero, ¿cuándo es el momento justo? Creo que es cuando se puede, más que cuando toca. Lo digo porque anoche cumplí una de las cosas que quería hacer hace años. Muchos años. Ver a Jaime Urrutia tocar en directo. La música española de los ochenta ha quedado marcada ya como un referente, quizá sea de lo mejor que ha existido en España. ¿Alguien recordará dentro de veinte años canciones de Bustamante, Soraya o de cualquier ‘cantante’ de ese estilo? Sin embargo los jóvenes de hoy conocen a Mecano, Loquillo, Urrutia, Alaska, La Unión, Revólver, Ilegales…la lista es larga.

Urrutia salió al escenario con su vestimenta característica, el mismo aspecto de siempre, poco ha cambiado pese a sus ya cincuenta años. Y nos deleitó. Cantó todo lo que tenía que cantar y más. Explosión con Tócala Uli, El calor del amor en un bar, Cuatro rosas o Caray. Las canciones de siempre con un gran sonido. Si se le nota en algo el paso de los años, quizá sea en que a veces se le quiebra la voz, al estilo Sabina, pero dando un aire de madurez encantador.

Un sueño cumplido y creo que disfruté tanto o más que si lo hubiera visto hace veinte años. Nunca es tarde para quemar etapas.

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