martes, 22 de enero de 2008

Las mil y una noches

Sin duda, este año está siendo el curso en el que más estamos escribiendo sobre la mujer o la inmigración. Me había propuesto no escribir nada de estos dos asuntos a no ser que fuera obligatorio. Pero la actualidad manda y para eso estamos.

Leo con estupor y sorpresa que en Arabia Saudí ya dejan a las mujeres dormir solas en los hoteles. El titular ya me engancha de entrada, y es que hasta hace nada, una mujer que perdía un vuelo, por ejemplo, se quedaba tirada en el aeropuerto de cualquier ciudad de su país. No podía ir a ningún establecimiento a pernoctar por el hecho de ir sola. Pero parece que a partir de ahora ya podrán tener una cama como le ocurriría a un hombre en la misma situación.

Y es que es un país que no avanza. El autoritarismo que ejerce su monarca lleva milenios estancado. Por parte de Naciones Unidas se ha intentado que se erradique la tortura. En Arabia los jueces imponen penas como la amputación de manos o pies en caso de robo, o latigazos que varían según el tipo de delito. Pero el gobierno saudí se ampara en que-esto-oye-es-así, que esas prácticas forman parte de la tradición islámica y que no va a venir nadie de occidente a decirles cómo castigar a los suyos. O a quien sea. Vamos, que si alguien se acerca por allí pues cuidado con hurtar algo que los latigazos pueden ir desde varias docenas hasta miles.

El tema de la mujer es penoso. No pueden ir solas por la calle, no pueden alquilar un piso, no pueden conducir, no pueden votar, no pueden presentarse como candidatas a la vida política…es larga la lista.

Qué triste ser mujer en este país. No creo que ellas estén de acuerdo con todos esos vetos. Así que como mujer no me quedaba otra opción que sacar un poco la cara por ellas.

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